HOME  DEUTSCH  ENGLISH

PABLO ARDOUIN   & LAURENT QUIRÓS

TANGO EFUSION

EL CANTAUTOR

PABLO ARDOUIN ENSEMBLE

PROGRAM
NERUDA/LORCA

CDs

CUENTOS Y RELATOS

CRITICAS

CANCIONES PARA ESCUCHAR

TEXTOS DE CANCIONES

FOTOS

MATERIAL DE PRENSA

IMPRESIÓN
CONTACTO

 
  CUENTOS Y RELATOS

Oferta impúdica

Recolector de desperdicios

Ruhepause

El sótano

La bicicleta

Arriba la cafetera!

Desentendidos

El condor pasa

El virutex

Pablo der Ritter

Con uñas y dientes

Los vecinos

Sueño raro

Los acróbatas del Tango

Las golondrinas

El hoyo del queque

Carta póstuma a mi amigo

El Canela

OFERTA IMPÚDICA

Yo vengo de una sociedad patriarcal y machista -como casi todas- en donde el concepto de macho tiene una directa relación con el organo colgando, orgullosamente en posición de pié, que no necesariamente parado, digamos.
Este afán de convencerme de las cualidades y ventajas de hacer pipí sentado, en Alemania, al principio fué un choque dificil de digerir.
El hecho de bajarse los pantalones y los calzoncillos, sentarse en la taza de las necesidades, para cumplir la simple tarea -aprendida y asimilada desde la más temprana infancia- de hacer pipí, sin agarrarse el órgano con el apenas delicado roce del pulgar y el índice –habrá algunos que lo harán con la mano completa, pero estamos hablando entre seres civilizados, normales, sin complejos ni pretensiones sobresalientes- fué una ardua lucha conmigo mismo, con algunos principios bién o malamente inculcados.
Por el mismo afán éste, quizás de falso orgullo machista, no voy a relatar aquí el resultado final de esta oferta pero a cambio quiero relatar el cómo se desarrollaba la vida cotidiana con mis convivientes, en el baño de mi primera residencia en la ciudad de Kiel, puerto satélite de Hamburgo, año 1983.
Yo llegué con mi compañera alemana, Elvira, a esta residencia de estudiantes de biología, de la universidad de Kiel, ubicada en pleno campo, una casona antigua de ladrillo, calefaccionada a leña y carbón, con sótano, buhardilla y chimenea, por contactos de un alemán nórdico, casado con una grán amiga chilena, más chilena que los porotos con rienda y el chancho en piedra, quién se convertiría en confidente de todas mis tragicomedias amorosas, imaginables e inenarrables.
Era ésta, una típica residencia compartida por desparramados de fines de los gloriosos años setenta. Destacaba por su estratura, pelo rubio rizado, nariz larga y afilada, facciones vikingas, espontaneidad y caracter descuidado, despreocupado y volado, el amigo Olaf. Este amigo Olaf, compartía pasiones y cama con su amiga, „la flaca“, despeinada constante, desprejuiciada, emancipada, liberada, que se deslizaba como una nube ante nosotros, esparciendo un aura de angeles y sensación de anarquía libertaria. Mis primeras experiencias en el baño de Alemania, tienen relación directa e ineludible con „la flaca“, simpáticamente dulce.
La más digna de digerir, ocurrió un día cuando, -sentado yo apaciblemente en la taza, haciendo necesidades de sentado, inmiscuído en pensamientos profundos y deliberando de lo acertado o no, de mi aventurero abandono de Chile- entró „la flaca“ y mirándome como si nada, dijo:
„Moin Paplo“
Y pasó directo hacia la bañera, abrió los grifos caliente y frío, introdujo el tapón correspondiente en el desague, tentó con el dorso de la mano la temperatura del agua y dejó llenando la bañera...
„Komm gleich“
-Dijo, como despedida momentanea-
Y salió del baño, como si nada otra vez.
Yo me puse del rojo al morado y del morado al blanco, no supe ni contestar el „moin“. Me apresuré no más para terminar -hasta ese entonces aquella ardua y conocida tarea- antes que ella cumpliera con su promesa de „komm gleich“ y cuando yo ya estaba de pié, con los pantalones aún abajo, subiéndome los churreteros... ZAS! Que entra „la flaca“ en pelotas!!!
„Nein, macht dir keine sorge, macht weiter Paplo“
Me dijo y... PLATSCH! Que se zambulló „la flaca“ en la bañera, otra vez como si nada. Terminé de subirme los pantalones, me abroché el cinturón, intentando acertar en los orificios con la hebilla y salí con las piernas temblando del baño, con una incómoda sensación de culpabilidad, de ridículo y de haber sido objeto de una humillación impúdica, de una tremebunda injusticia!
La vida transcurría en aquella residencia de simpáticos caóticos y futuros connotados biólogos, tanto en el baño, como en el salón de la chimenea y la cocina, con la misma y única naturalidad, con la que nos observaban las araña, serpientes, hormigas, grillos, renacuajos, ranas, alacranes, escarabajos, lagartos y... la insoslayable mirada profunda y vaga de „la flaca“.
Me fuí acostumbrando lentamente a esta convivencia con el reino animal y también a la presencia de „la flaca“ en el baño pero a lo que jamás me pude habituar, fué a zambullirme en la bañera, en el mismo líquido de „la flaca“, como sí lo hacían los demas desparramados, para ahorrar agua y al „estilo inglés“ decían.
Todavía tengo contacto con mi amigo Olaf, destacado biólogo de Kiel, aventurero y caminante del mundo, músico aficionado, bailarín principiante y apasionado del tango argentino, amante empedernido de las flacas y defensor a ultranza del reino animal...y de los baños compartidos.