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LAS GOLONDRINAS

Es verdad que llegó la primavera a Alemania? Pero sí! Basta con innhalar el aire embelecido, conjugado con el polen y la carne dasarropada y fresca. Observar como los arboles se arropan de sus ojas verdes y las flores brotan en los parques, en los espacios libres, en los jardines y en los balcones. Redescubrir y gozar el trinar de los pájaros, la esforzada, disciplinada y fina construcción de sus
nidos y moradas. De vez en cuando se aparece en el ambiente un primer aroma de asado al aire libre. La gente se sonríe con más facilidad y el circular de las palabras duras ha bajado de tono. El flirteo se ha despojado de la hipócrita manía de no mirar a los ojos, los feos y las feas se han puesto hermosos y hermosas y los por siempre hermosos, se confunden por fín con los normales. Se vuelve a descubrir el lado bueno del corazón humano.
Huy! Suena bonito, verdad? Pero díganme: alguien ha divisado en Frankfurt el vuelo fugaz de una golondrina? Yo me niego rotundamente a aceptar la verdad que llegó la primavera, en tanto no
divise una golondrina. Podrán intentar confundirme, convencerme a cambiar de opinión, que las golondrinas vienen en camino, que han hecho una pausa en la frontera con Francia y en Alsacia, que han tenido una larga lucha de sobrevivencia ante los cazadores furtivos, aquellos que aún degustan de la esquisitez de sus tiernas pechugas y perniles blancos. Qué se yo?
Pero nadie podrá lograrlo. Para mi la primavera es sinónimo de golondrina y viciversa, basta! No por nada pués, tantos gloriosos poétas y literatos han escrito hermosos poemas, relatos y cuentos sobre las golondrinas, siempre en conjugación directa con la primavera. La primavera es un engaño, una quimera sin éllas.
Asomado a mi balcón, cuando el día agoniza y el crepúsculo avanza, en la Nordweststadt de Frankfur -aquel lugar que a mediados de los 60 era catalogado como un Getho de betón y que sin embargo, se ha convertido en una reserva verde, un pulmon vegetal de esta ciudad- me ha escandalizado el flujo abusivo, la violación del espacio aereo, del habitat natural de las golondrinas, el volar zigzageante, torpe, antiestético e insolente de los murciélagos. Sí! No les miento, los murciélagos. Aquellos bichos parásitos y chupadores de sangre se han tomado la libertad de violar el aire primaveral, conceptuado para las golondrinas.
Me asomo todos los días a mi balcón, buscando y auscultando el espacio en busca de la revelación indiscutible de la primavera y me embarga un desánimo de nubes de invierno y cuervos de otoño. Los murciélagos son bichos dignos de observar, pero no son bellos, son insolentes y traen olor a catacumbas. Están bién para las películas de horror de Boris Karloff o Roman Polanski pero no para este amago de primavera en la Nordweststadt de Frankfurt. Dónde podré yo hacer un reclamo convincente, sin que me acusen de exagerado, de desproporcionado, banal y loco? Pués nada.
Nadie hoy quiere escuchar verdades que duelan y que enrarezcan este ambiente general de modernismo optimista. Pero si se habla tanto de globalización: serán capaces también de globalizar las golondrinas para el gozo de nuestros balcones?
No digo yo, como ha cambiado el mundo: resulta que ahora ya no sólo engañan los políticos, los intelectuales, los curas y los militares, los gobiernos, las nuevas estrellas fugaces de la musica pop, el FMI y el Diether Bohlen. Si ahora hasta la primavera se ha puesto a mentir.
Ya sé, este artículo se ha quedado caduco en un abrir y cerrar de ojos, antes de incluir la frase final. Me he tomado una pausa en mi balcón, son las 10:30 de la mañana. Y qué diviso en el horizonte? El vuelo fugaz y juguetón de las golondrinas. Que sirva como lección tanto para los luchadores escépticos como para los conformistas optimistas: no hay que desesperarse antes de la llegada del medio día ni llenarse de euforia antes de la caída del ocaso. Quién sabe?, quizás se quedan confortando nuestro alicaído optimismo primaveral o de lo contrario, antes del diluvio de la Estación de las Flores, pronosticado para el fin de semana, decidan emigrar hacia horizontes más abiertos y soleados. Es igual, el artículo comenzó así, sin la presencia de las golondrinas.