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PABLO ARDOUIN   & LAURENT QUIRÓS

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A fines del siglo19, por esas cosas del destino, un tenor de la región de Saint Simphorien, en Francia, con el apodo de „Le petit Paul“, llegó a Argentina en una compañía de opera. „Le petit Paul“ no regresó a su patria. Se enamoró de una chilena y cruzó con élla la cordillera de los Andes montado a caballo, para comenzar y construir en Chile una nueva existencia con su enamorada.
Un par de años más tarde, el ingeniero escocés Henry Shand, con su esposa Mary Evans, una destacada cantante soprano de Gales, -de quien se decía que su voz era capaz de hacer trizas los cristales- viajaba en un barco desde Australia en dirección a las costas chilenas, con la misión de hacerse cargo de las minas de Curanilahue. Mary Evans en ese viaje, en medio de aguas internacionales, dió a luz un hijo. Aquel niño sin patria al momento de nacer, recibió el nombre de Henry Norman.
Henry Norman crece en Chile y forma una familia con Elenea Ortiz, una chilena hija de padre español y madre india mapuche, que poseía una hermosa voz de soprano. Esta mujer, con su conocimiento y admiración por el Folklore y la música latinoamericana, terminaría influyendo la infancia de su nieto Pablo, de quien a fin de cuentas terminaremos hablando y el objeto de estas líneas.
En sus padres, Alfredo Ardouin, nieto de „Lepetit Paul“, y Mary Shand Ortiz, hija de Henry Norman Shand, se cruzarían las líneas y el destino de estas dos familias.
Demás está hacer conjeturas respecto de dónde Pablo Ardouin ha heredado esa potente voz, capaz de llenar sin dificultad cualquier sala o si fué la influencia de su abuela lo que finalmente lo llevó a tomar la guitarra, a escribir sus propios textos y canciones, a la composición y ser más tarde parte del movimiento socio-cultural que pasaría a denominarse „La Nueva Canción Chilena“. Pero es, sin lugar a dudas, la ironía del destino quién lo traería de vuelta hacia Europa, casi en la falda de sus antepasados. Al contrario que sus antecesores, no fué una decisión completamente libre, pero en élla, según Ardouin, estaba también el amor en juego.
Pablo Ardouin nació en la ciudad de Concepción e el año 1951. Su carrera musical comenzó a fines de los años 60, en la cúspide del movimiento de „La Nueva Canción Chilena“. Tomó parte de las actividades culturales y manifestaciones de apoyo a la candidatura de Salvador Allende y luego en los tres años del Gobierno de la Unidad Popular. El sangriento golpe militar de Pinochet en 1973 y el despiadado asesinato de Victor Jara, estranguló aquel joven movimiento y obligó a algunos de sus reperesentantes a vivir en la clandestinidad o en el exilio. Pablo Ardouin se quedó en Chile, pero su vida sufrió un inesperado cambio y se desenvolvió en un grán torbellino.
Lentamente sin embargo, se formaron los movimientos de resistencia. En el año 1978 Ardouin forma la Agrupación Cultural Concepción (ACC.) con artístas provenientes del teatro, la música, la lteratura, las artes plásticas, la fotografía y el cine. A travez de élla, se canalizaban las distintas formas de la cultura contestataria a la dictadura, organizando conciertos, lecturas, exposiciones, obras de teatro. Ardouin fué su primer Director y dejaría ese cargo años más tarde para emigrar a Santiago.
Ardouin vivió 10 años bajo la dictadura, hasta que en el año 1983 emigró a Alemania. Vivió los primeros años en la ciudad de Kiel, en el Mar del Este y desde 1986 reside en Frankfurt.

Ardouin además de componer sus propias canciones es escritor. Ha publicado en Alemania en diversos periódicos y revistas, principalmente artículos, relatos, críticas y cuentos breves, muchos de éllos relacionados con las vivencias, experiencias y anécdotas de chilenos y latinoamericanos en su confrontación con la cultura alemana y europea, utilizando un lenguaje literario sarcástico, hirónico, con ingenio y agudeza.

Como músico se diferencia notoriamnete de todo lo que hasta ahora habíamos escuchado de música latinoamericana, tanto en su estilo literario y musical, como también en su presencia en escena, su aspecto físico y su caracter. El timbre de su voz es único en su originalidad. Yo la asocio con fuerza expresiva, clara, platinada y potente. Una voz que con palabras es imposible definir. Hay que experimentar a este hombre en vivo, sobre el escenario para poder ratificar porqué la prensa de su país habla de su „magnetismo“.
Si la sala lo permite, el rechaza el uso de toda técnica de amplificación y se comunica con su público en forma directa, a travez de su voz de tenor, artesana y ancestral. Esto es e lo que más impresiona, sobre todo en la interpretación del Tango argentino, cuando su voz, acompañada de violín, contrabajo, piano y bandoneón, irradia en todo momento. No son pocos los que a la salida de cada concierto confiesan haber sentido un escalofrío deslizarse por la espalda al escuchar su voz.
Su forma de tocar guitarra es inclasificable. Como buén autodidacta, ha desarrollado un estilo muy propio, adecuado a su voz, sus textos y personalidad. Encuadrarlo en un estilo definido, sería ponerle un corsé inadecuado para él. Precisamente esta dificultad de no poderlo clasificar, habla de sus capacidades creativas pero también, ha tenido como resultado, no haber encontrado la „ola“ que –a pesar de su talento- lo transporte a la fama.
Ardouin es un artísta que se siente comprometido con los valores sociales y étnicos. Y aquí es donde él no deja ninguna duda frente a su público, respecto a sus posiciones y principios, sin caer jamás en lo populista y panfletario. Para el lo más importante es la comunicación directa con el público y para éllo, explica sus canciones con un execelente sentido del humor y picardía, en un alemán envuelto en un acento singularmente galante.
En sus canciones Ardouin reflexiona sobre personas concretas, situaciones y vivencias pero se deja también inspirar por grandes escritores y poetas contemporáneos, como Bertold Brecht, Pablo Neruda, Federico García Lorca y Pablo de Rokha. Ha traducido a éstos poetas del alemán al castellano y viciversa, componiendo la música para guitarra con formas melódicas inusuales, de tal manera que la música no es sólo acompañamiento de fondo para los textos, si no que logra con élla una simbiosis tan magistral, que pareciera que aquellos textos hubieran sido concebidos para canciones.
Pablo Ardouin es un caminante, un viajero entre las culturas, en el que se conjugan las distintas corrientes musicales europeas y latinoamericanas. En su persona se reencuentran las culturas y el las lleva en su maleta de viaje.